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Estado y démocracia en el pensamiento politico de Jean-Jacques Rousseau

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par Smith Augustin
Instituto filosà³fico Pedro Francisco Bonà³ - Licence en philosophie et sciences humaines 2008
  

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INTRODUCCIÓN

En algún momento, con amargura y desolación, leí esto que dijo Ortega y Gasset sobre las masas para defender su teoría elitista del hombre excelente, y me quedé literalmente traumatizado: «En una buena ordenación de las cosas públicas, la masa es lo que no actúa por sí misma. Tal es su misión. Ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada - hasta para dejar de ser masa o, por lo menos, aspirar a ello -. Pero no ha venido al mundo para hacer todo eso por sí. Necesita referir su vida a la instancia superior, constituida por las minorías excelentes. Discútase cuanto se quiera quiénes son los hombres excelentes; pero que sin ellos - sean unos o sean otros - la humanidad no existiría en lo que tiene de más esencial, es cosa sobre la cual conviene que no haya duda alguna, (...) porque no se trata de una opinión fundada en hechos más o menos frecuentes y probables, sino en una ley de «física» social, mucho más inconmovible que las leyes de la física de Newton»2(*).

No sé como un filósofo, un ser humano hecho igualmente de debilidad y de carencias, puede racionalmente pensar eso de un grupo humano. Pero, con una intensa voluntad de superar algún día esta triste reflexión, pensé anticipadamente: sea quien sea Ortega y Gasset, no puede estar enunciando aquí una opinión correcta sobre la humanidad.

Es pues desde este ejercicio personal de querer romper esta aristocrática soberbia orteguiana que tuve la intuición de volver a releer a Rousseau y con en él efectivamente, redescubrí una visión más digna, más igualitaria y por ende, más auténtica del ser humano, que dio origen a este trabajo.

Pero, como bien se sabe, la obra de Rousseau es inmensa y multidimensional. Y pude allí escoger casi espontáneamente el tema de la democracia sólo por lo que he venido sufriendo con ella, viéndola tan envilecida en las escenas de la obscena pieza que dirigen, en su nombre, los falsos discursos y las desdeñables acciones del mundo político actual.

En el trabajo presente, queriendo pues revalorizar con Rousseau el sueño democrático, retomaré en él el tema de la democracia en su relación con el tema del Estado, mostrando la particular importancia de esta relación, ya que para nuestro autor, la democracia mucho más que una forma de gobierno es toda una estructura de igualdad y de libertad sobre que se debe fundar el Estado mismo.

Para llegar a este fin, dividiré el trabajo en tres capítulos: El primero donde sitúo a Rousseau en su contexto histórico e intelectual, respectivamente como un hijo rebelde de la Ilustración y como un heredero de la tradición iusnaturalista y contractualista; en el segundo capítulo, expongo la teoría rousseauniana del Estado donde también explico el sentido de la bondad que atribuye Rousseau al hombre natural y la noción de ley y de libertad individual que deben conciliarse en el orden social; en el tercer capítulo, desarrollo el tema de la democracia mostrando primero la diferencia que establece Rousseau entre un gobierno y un Estado democrático y luego, definiendo sus dos principios básicos, a saber: la soberanía popular y la voluntad general. Todo eso con un solo hilo conductor que es la sensibilidad personal de Rousseau y su justa obsesión de pensar un mundo transformado donde, rotas las cadenas de las instituciones sociales opresivas, se pueda vivir en paz, libre, feliz, respetándose y amándose unos a otros como iguales y hermanos.

A Rousseau, un filósofo más grande por su corazón que por su razón - pero grande comoquiera - invito a todo lector de esta investigación a descubrir o a redescubrir, para que, con él y juntos, podamos mejorar nuestros debates y también nuestras prácticas en torno a lo que debe ser hoy un verdadero Estado democrático.

* 2 José, Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, duodécima edición, Colección Austral, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1955, p. 123.

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"Là où il n'y a pas d'espoir, nous devons l'inventer"   Albert Camus